Pues no. La verdad es que no. En Cudillero no hay noticias de dicha celebración en los archivos ni la memoria histórica, que yo sepa, más allá de la celebración del día de Todos los Santos.
Lo que sí hay en Cudillero son un montón de historias o cuentos de miedo, que se contaban , sobretodo en estos días y la noche del 31 en especial en esfoyazas , al amor de la lumbre, con castañas asadas y el que tenía suerte, calabazas talladas (no todo lo inventaron los gringos). Historias del diablo, las llamaba mi padre cuando nos las contaba de pequeños. Os dejo un par , a ver si os gustan.
«Noche de difuntos»
«Una mujer había quedado viuda con varios hijos pequeños. A su marido lo habían apuñalado en la noche de Difuntos dos hombres del pueblo, huyendo de inmediato sin que jamás se volviera a saber de ellos. El crimen, en el que había participado otras cuatro personas, fue cometido a la puerta de una taberna que desde entonces se llamó la de Juan de «Juan de las puñaladas».
Pues bien. Pasados unos cuantos años y aunque nunca desde la muerte de su marido lo había hecho en la noche de Difuntos, como ganaba poco, salió a vender pescado a Pravia y otros pueblos limítrofes.
La hija mayor, que casi siempre la acompañaba, se negaba a ir y trataba de convencer a su madre para que no fuese. Pero no le hizo caso y allá fueron las dos. Al llegar al monte Gamonedo, oyeron un murmullo de rezos y vieron una procesión, como de fantasmas con luces en las manos. Era la Guastia.
Aterradas, se fueron retirando y comenzaron a rezar, mientras la procesión continuaba su camino sin detenerse. Luego, la hija le dijo a su madre:
-¿Ves cómu tinía yo razón pa nun querer salir esta nuachi? Más nus valía tar rezandu por mióu pa.
La madre, arrepentida, le prometió que jamás saldría la noche de Difuntos».*
Se dice que quien ve a la Guastia o a un muerto, no tarda en morir mucho.
*Extracto del libro Cudillero Mágico de Juan Luis Álvarez del Busto
«Dos sustos del diablo»
«Un joven aldeano que vivía en Aroncés y tenía vacas y alguna hacienda, era un poco juerguista y solía retirarse muy tarde a su casa, a veces por la mañana. Una noche que regresaba a su hogar -entre la una y las dos-, al llegar a unos prados solitarios de La Atalaya le pareció oír llorar a un niño. Sorprendido, empezó a mirar a su alrededor, hasta que entre las hierbas vio a un niño, casi recién nacido y desnudo. Empezó a murmurar de las malas madres que abandonan así a a sus hijos, buscando y llamando, por si estuviera cerca la de aquella criatura. Convencido de que no había nadie y como tenía buen corazón, lo metió debajo de la chaqueta y continuó su camino.
Al poco tiempo notó que le iba pesando mucho, cada vez más, hasta que, apartando la chaqueta comprobó que el chiquillo tenía una cabeza grande, con una cara de hombre horrible, que lo miraba riéndose y remellando los dientes.
El aldeano, muy asustado, quiso soltarle y dijo:
-Ay, Jesús, José y María!
Y el niño desapareció, haciendo un ruido espantoso.
Continuó su camino muerto de miedo, deseando llegar a su casa cuanto antes. Ya más arriba, por detrás de El Pito, encontró a un amigo que venía en sentido contrario, de lo que se alegró. Le contó lo que había sucedido:
-Gracias que te encuentro , porque estoy asustadísimo.
-¿Qué te pasa, hombre? -le contestó-. Si tú nunca tienes miedo a nada…. .
Le contó lo sucedido y al explicarle que cuando fue a mirar al niño se encontró con aquella cabeza y aquellos dientes remellones, el amigo le dijo:
-¿Serían como éstos…?
Él lo miró aterrado, volviendo a ver la misma imagen, que se reía con gran maldad de su terror.
El aldeano, invocando a Dios y a la Virgen, llegó a su casa. Estuvo varios días enfermo y no quiso volver a salir de noche. De viejo, contaba a sus amigos, en las reuniones y esfoyones, este sucedido.»
Extracto del libro Cudillero Mágico de Juan Luis Álvarez del Busto
Dicen que esta noche, la linea que separa el mundo de los vivos y los muertos es más fina que nunca,¿os atrevéis a comprobarlo?
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